Durante los últimos años los y las estudiantes hemos sigo testigos de la pretensión del arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, de tomar el control económico y administrativo de la PUCP con el fin de implantar su visión particular del catolicismo, una de las más retrógradas presentes en el país. No se trata de una iniciativa aislada, sino una alianza tácita de grupos de poder político, económico, religioso y mediático, que se posicionó durante la dictadura de Alberto Fujimori y la implantanción del modelo económico neoliberal. Para esta “coalición” la PUCP se ha convertido en un centro de formación de “caviares” que se opone tanto a la moral conservadora como al libre mercado. Así, se ha enarbolado un discurso que pretende engañar a la ciudadanía y ocultar sus verdaderas intenciones: recuperar parte del poder político tras la pérdida de sus aliados en el gobierno central, y hacerse con el patrimonio de la universidad a través de una interpretación caprichosa de la voluntad expresada en el testamento de Riva Agüero. Es así que este es un conflicto de corte político y económico, antes que legal o religioso, como equivocadamente se ha querido insinuar durante estas últimas semanas.

Como Acción Crítica nos declaramos en defensa de la PUCP y rechazamos las pretensiones del cardenal Cipriani, así como el conservadurismo, el autoritarismo y la intolerancia que éste representa. Como colectivo político reinvindicamos la autonomía y la pluralidad que debe existir en todo centro de formación y creación del conocimiento; y que su defensa implica que quienes conformamos la comunidad universitaria tengamos el derecho a auto-gobernarnos, a que nadie externo decida por nosotras y nosotros. Justamente porque lo anterior no implica armonía en diversidad consideramos crucial la construcción de una universidad con bienestar para todos sus miembros. Así, luchamos por una comunidad universitaria con apertura a todos los sectores de la sociedad, donde seamos plenamente incluidos y representados. Como estudiantes reconocemos que en estos últimos años hemos sido relegados a ser minorías ornamentales en las principales instancias de decisión, siendo presentados ante la opinión pública por las autoridades como un símbolo de prestigio a pesar de ser considerados clientes de un servicio educativo. Por ello exigimos nuestro legítimo derecho a un tercio efectivo en todos los espacios de cogobierno para lograr una representación equitativa que evite la elitización de la universidad. Nuestra lucha es por ampliar los márgenes de la democracia y el autogobierno en nuestra casa de estudios, opuesta totalmente al modelo del arzobispado, que pretende convertirse en una institución tutelar que mantenga la “ortodoxia católica” en las aulas universitarias.

Por ello hacemos un llamado a toda la comunidad universitaria a defender al derecho que ésta tiene de decidir sobre su futuro y el de todas y todos sus miembros. Lo que está en juego no es solo la administración de la universidad, sino la universidad misma y su sentido como tal. Esta circunstancia nos obliga a ganar: defendamos este espacio, en el que estudiantes, egresados, profesores y trabajadores podamos tener igual poder de decisión sobre el futuro de nuestra comunidad.

¡Porque no es autonomía ni pluralidad si tu no decides,

luchemos juntos por una universidad de todos y todas!

Acción Crítica PUCP