El SUMAK KAWSAY como horizonte revolucionario
Reflexiones de la delegación de Acción Crítica a propósito del “Primer Encuentro de los pueblos y nacionalidades andinas por el SUMAK KAWSAY: la plurinacionalidad e interculturalidad en el marco del año de la integración”. Quito, 27 – 29 de setiembre del 2011.
*El presente documento está aun por debatirse
1. Sobre el Sumak Kawsay
El Sumak Kawsay (o Buen Vivir) se presenta como un discurso articulador de valores y símbolos concretos que se nutren de la historia y las prácticas cotidianas en constante recreación de los pueblos originarios de América, del Abya Yala. Pero no es solo un discurso: es un horizonte que, como tal, abre un camino. Un camino que toma sentido por la simple pero revolucionaria aspiración de mejorar las condiciones de vida en un sentido integral, tanto material como cultural.
No se confunda esa “mejora” con el mito liberal y capitalista del progreso, del “querer más” propio de la acumulación depredadora y el consumo dirigido a un goce que jamás será completamente satisfecho. Esa demanda por una mejor vida es una por “mejorar” hasta vivir bien: hasta alcanzar lo necesario y suficiente para vivir dignamente, en armonía entre las gentes, y entre ellas y la naturaleza.
Esa armonía no es un recurso retórico. Implica vencer todo tipo de alienación; vale decir, todo tipo de realidad que limite el desarrollo social, económico, cultural y ético de la humanidad entera y no solo de algunos, ni de unos a costa de otros.
Significa, en consecuencia, que las personas se conviertan, hoy día, en sujetos políticos activos que transformen sus condiciones materiales de vida para que así se den los marcos de convivencia que permitan -alcanzado el horizonte del Sumak Kawsay y en la lucha por alcanzarlo- pasar de “ciudadanos” –individuales, egoístas, formales- a “hermanos”, que no están unidos por circunstancias contractuales sino que forman parte de un gran ayllu, de una gran comunidad.
2. Implicancias revolucionarias del Sumak Kawsay
Es por ello que el Sumak Kawsay, analizado en su sentido más profundo, no puede convivir con modelos económicos extractivistas ni con políticas agrarias que no aseguren el acceso a la tierra a los pueblos originarios y a sus formas agroecológicas de cultivo, ni con políticas hidrológicas que no garanticen la no contaminación del agua ni su acceso y uso por parte de los pueblos.
Tampoco podrá lograrse ese Buen Vivir si la lucha por la descolonización pendiente en América Latina se limita a una plurinacionalidad acotada exclusivamente a un reconocimiento de las diferencias étnicas.
La colonización consolidó una forma integral de dominación que colocó en la explotación, la discriminación, la marginalidad y la subalternidad a los pueblos originarios. Esa dominación colonial articuló la dominación económica, social, cultural y política desde el siglo XVI y ninguna independencia republicana logró realmente acabar con ella. Es por ello que la descolonización debe ser una subversión total de la dominación, debe ser revolucionaria
En tal sentido, la plurinacionalidad, una demanda en la que ya hay notables avances en Ecuador y Bolivia, aquella que contiene el ideal de acabar con toda dominación colonial entre los pueblos, debe dirigirse no sólo al cambio Constitucional, sino a la construcción de formas nuevas de autoridad.
El Estado que hoy conocemos ha sido construido, en sus aspectos esenciales, a la medida de las clases dominantes y de la forma de dominación que han instituido, la que, en el caso de nuestro continente, tiene un indeleble y vigente carácter colonial.
Y esa dominación se ha erigido desde el inicio de su existencia en una economía organizada colonialmente para la apropiación máxima, de parte de una minoría, de los excedentes generados por los pueblos sometidos, convertidos progresivamente en clases sometidas. Su emancipación, por lo tanto, no ha de ser solo como pueblos, sino también como clases. Así, pues, decir descolonización significa decir otra economía y otras relaciones de poder.
El Sumak Kawsay, en consecuencia, solo será posible si es que nos ponemos al frente la necesidad de construir otras relaciones económicas, otras formas de producción; en suma: una economía distinta a la economía capitalista, dado que esta se funda en la acumulación privada de mercancías; vale decir, en productos pensados para esa acumulación y no para la satisfacción de necesidades.
Por último, todo cambio revolucionario y descolonizador que busquemos debe ver al Estado solo como un instrumento: el real sustento de una transformación hacia el Sumak Kawsay es el poder popular, la organización social y la movilización consciente y firme de los pueblos.
3. Reflexiones sobre estrategia política
Ahora bien, en términos de estrategia política, para lograr el Sumak Kawsay es imprescindible que definamos cuál es el rol de los movimientos sociales urbanos.
Debemos pensar en cómo conciliar las necesidades de la ciudad y el campo en un horizonte de nueva economía que rompa con la actual contradicción que hoy impone al campo la carga de la demanda energética urbana y la demanda alimenticia con hábitos de consumo producidos por la dinámica del crecimiento del capital.
También es necesario, en el marco de aquellas tareas urbanas, que el activismo en la Universidad no sea solo de democratización de la enseñanza, ni solo de la inclusión de los conocimientos, las prácticas y las epistemologías originarias. Siendo demandas imprescindibles hacia la descolonización de nuestras mentes, estos logros recaerán solo en llamados a la conciencia si no logramos que la universidad deje de estar al servicio del mercado, si no acabamos con el mercado mismo en sus condiciones actuales: fundado en una lógica capitalista donde lo valioso se define en términos de lo útil para la productividad y el fetichista crecimiento de las fortunas agregadas.
Por otro lado, para el caso de las organizaciones indígenas peruanas, si bien es necesario desarrollar una conciencia latinoamericana de unidad contra un enemigo común y una unidad interna en las organizaciones indígenas existentes; es vital que las fuerzas con las que contamos se concentren en organizar a las comunidades y a los pueblos que hoy están siendo desplazados por un capitalismo que en nuestro país y en nuestra región es extractivista y basado en una matriz energética depredadora. Esto es igual de urgente hoy con Humala como ayer con García, porque no hay ningún planteamiento actual que proponga alterar la estructura productiva.
4. Algunos debates abiertos en el proceso de descolonización en curso
Asimismo, es necesario que reflexionemos a profundidad sobre los retos que nos plantea el Sumak Kawsay, que pueden identificarse al analizar las experiencias de Ecuador y Bolivia.
Por ejemplo, que la Pachamama y sus subproductos tengan derechos, como se enuncia desde este horizonte, nos hace cuestionarnos: ¿quién reclama por aquellos derechos? En este caso queda aún pendiente tener una visión y una estrategia política clara sobre los movimientos sociales en relación al Estado.
Cuando solo el Estado desde su lógica propia reclama por los derechos de la naturaleza, vemos que aquello puede terminar en conflictos con los pueblos indígenas; si los pueblos indígenas fueran ese Estado, hay mayores posibilidades de que la situación cambie, pero, ¿qué de los pueblos no indígenas?
Estos son temas abiertos que tienen una tarea pendiente que los subyace: responder a la pregunta de qué tipo de transformación del Estado necesitamos.
¿Un Estado de autonomías territoriales? ¿Es posible refundar el Estado hacia la descolonización y el Sumak Kawsay, desde la estructura y la lógica institucional de los actuales Estados construidos por minorías criollas y “modernizados” para adaptarse a la dinámica capitalista? ¿Qué rol cumple la integración latinoamericana en el logro de aquellas formas de autoridad ideales? ¿Qué rol cumplen las tradiciones organizativas existentes en los pueblos originarios o en los barrios urbanos marginales?
En esa línea vemos con alegría que ya hay propuestas organizativas concretas de parte de los hermanos Ashuar. Ellos lo llaman sistemas comunitarios, en los que se recupera la agricultura familiar. Para llevar esta tarea adelante, los Ashuar afirman la necesidad de vivir bajo una alternativa económica no capitalista, en una en la que los valores predominantes sean los de la armonía y solidaridad entre las personas. Para que esto se lleve a cabo exigen una ley de aguas, acceso a la tierra y redefinición territorial en favor de la reproducción material y cultural de los pueblos indígenas.
5. Hacia la acción concreta de Acción Crítica: poder popular para la revolución.
Todo lo mencionado nos hace pensar en la reafirmación del anti-capitalismo en Acción Crítica y en su consecuente proclama política revolucionaria, asumida en nuestra Declaración del Sur.
Consideramos que debe debatirse internamente el pasar, como organización, a una segunda etapa que sea la búsqueda de nuevos modelos organizativos capaces de promover y funcionar bajo los valores de armonía y solidaridad.
Esta búsqueda es práctica, no es contemplativa: implica lucha, compromiso, transformación.
Esa transformación será la más adecuada a la realidad siempre y cuando se formule y construya desde la práctica social: desde las necesidades y vivencias concretas de quienes cargan con el peso de este sistema; es decir, la gran mayoría de personas.
Esa segunda etapa implica, en concreto, adentrar nuestra organización -y nuestra militancia- vivencialmente y materialmente en esa lucha.
El Sumak Kawsay, por otro lado, es aún un proyecto no culminado y por lo tanto en constante reconstrucción. Los contactos de personas llevados a cabo en el evento nos permitirán en un futuro cercano llevar a cabo trabajo militante desde la población marginada y explotada. Estos contactos son dirigentes de sus pueblos y muchos de ellos tienen trabajo en zonas periurbanas.
Una de las más importantes reflexiones a raíz del evento es que el trabajo que se le presenta en este momento a Acción Crítica es el de ser aliado político de los movimientos indígenas. Y para ser un “buen aliado” debe organizar a la ciudad para llevar el Sumak Kawsay adelante, en los lenguajes, lógicas y dinámicas propias de la vida urbana y desde ella. Aquello resulta necesario teniendo en cuenta, sobre todo, las contradicciones entre el campo y la ciudad que genera el sistema económico actual, como reflexionamos líneas atrás.
Esperamos que estas reflexiones sean consideradas como un aporte militante a la reflexión teórica y política interna de Acción Crítica y a los debates sobre estrategia y táctica política con miras a un largo plazo. Si de algo debemos ser siempre conscientes es que las transformaciones a las que aspiramos implican cambios muy largos y por ello trabajar para lograrlas demanda disciplina y claridad suficientes para no perder de vista los rumbos ni apurar los procesos. No desesperemos si caminamos lento, siempre que sepamos bien hacia dónde caminamos y cómo lo hacemos. Avancemos, pues, camaradas.