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Dar una nueva lectura política a los conflictos o morir en el intento

Publicado: 2012-05-30

Por Esteban Escalante

Los recientes fallecidos en Espinar nos demuestran de nuevo que este modelo es asesino. ¿Qué respuesta podemos dar desde la izquierda, que no caiga en la ingenuidad del discurso de los liberales (todos podemos ganar con el diálogo, construyendo gobernabilidad y generando crecimiento) o que le haga frente a las alternativas autoritarias que el Fujimorismo y la DBA mueren por sacar adelante (represión + represión)?

Cuando Humala asumió a la derecha como aliada de gobierno, más allá de las causas de esta decisión, asumió también su modelo de economía-política y su estilo de gobernar. Y es que en realidad la derecha nunca había dejado los puestos claves en el Estado que le permitían oficializar su modelo: a la par que hacían lo posible por mantener las cifras macroeconómicas en azul, abandonaban a su suerte la construcción de un Estado democrático y reducían el liderazgo cultural de la sociedad a los comerciales televisivos que alentaban el emprendedurismo. Mientras que, por otro lado, la expansión salvaje de los grandes capitales y, en especial, de las industrias extractivas, trastocaba los mundos de vida de quienes estaban al margen del Estado y del mercado. Los conflictos fueron fruto, principalmente, del fundamentalismo del mercado, de la política criolla, y del mismo truncamiento de la promesa democrática que generó a Sendero. Humala, por ende, asumió un modelo que ya generaba conflictos y muertos, y que los seguirá generando.

Entonces, a pesar de que mucha agua ha corrido bajo el puente desde las elecciones (que el Gas a 12 soles, que el 26M, que ganaron los ignorados, que la Marcha del Agua, etc.), seguimos con problemas similares a los del gobierno pasado, incluso con nuevos factores que se van agregando.

Y si en este escenario, como izquierda damos respuestas similares a las del periodo anterior, pues también seremos responsables de la creciente tensión y violencia en el país: podemos seguir pensando en que cambiaremos las cosas enfocándonos en un caso emblemático a la espera de que nuestra indignación contagie al resto de la población, o buscando armar la marcha más masiva, o manejando un esquema que reduce el escenario al trinomio político minera-comunidad-Estado (ya ni hablo de postear cosas en el Facebook). En suma, podemos seguir haciendo lo que hicimos durante el gobierno pasado.  O…. podemos optar por otra alternativa: disputar la conducción del país, producir una lectura sistémica de la situación, y mandarnos a hacer política y a construir hegemonía. (En ese sentido hay que reconocer la labor de los partidos de izquierda, que con sus fallas, están presentes en la política provincial como TyL y PR).

Una opción aquí es pensar no sólo en las metas sino en las estrategias. Ya sabemos que queremos reformar el Estado y ampliar su presencia, además de aplicar el convenio 169 de la OIT y de fortalecer la institucionalidad ambiental. Pero ¿cómo lo logramos?, ¿qué estrategia de movilización política y de construcción de poder popular vamos a utilizar?

El mercado y el Estado, en tanto relaciones sociales, se han expandido desigualmente a lo largo del país y han incluido de forma dispar a bastante gente (claro, también ha generado desigualdades y grandes patrones, pero cuando incluye gente, los pone a la gente dentro de la misma trama de relaciones sociales pues, los hace sentir incluidos). Cuando los excluidos del sistema protestan, reciben no sólo la represión del gobierno y las calumnias de la DBA, sino también el rechazo de quienes ya están incluidos o que recientemente han sido incluidos después de una larga historia de exclusión (emergentes, que les dicen). Así tenemos que a la hora de los conflictos los trabajadores de la mina entran en tensión con los comuneros, los trabajadores de oficina con los trabajadores deservices, los vecinos de Los Olivos con los vecinos de Celendín.  Y es que la exclusión marca bastante de nuestra política, no por las puras Humala asumió el lema que asumió.

Regresando a nuestra historia, cuando los más fuertes del país (las industrias extractivas, las grandes empresas)  se enfrentan a los más débiles (campesinos, pequeños productores), los encuentran a estos aislados, sin partidos ni organizaciones de izquierda que sean lo suficientemente fuertes como para ser canales de integración. Ahí hay algo que romper: dialogar con las distintas agendas políticas movilizadas y darle una lectura sistémica al escenario de los sectores sociales nos puede ayudar a construir articulaciones programáticas entre incluidos y excluidos, que sienten las bases para romper esta dinámica política y generar una transformación desde este escenario.

Yo me sumaré a la marcha del 30 de mayo en Lima como apoyo a las luchas de Cajamarca y de Espinar. Pero sé que si como izquierda nos quedamos en eso, y no disputamos la conducción de la sociedad, poco es lo que podremos hacer por este país. Incluso, algo me dice que si se sigue respondiendo a los mismos problemas con las mismas respuestas, probablemente de aquí a algunos años tengamos que elegir entre de los bandos ciudadanos que se enfrenten entre sí, a la vez que ni podremos tocar al gran capital.


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Acción Crítica

Acción Crítica es una organización política formada en el 2007 por alumnos de la PUCP y hoy día agrupamos a estudiantes de distintas universidades (PUCP, UARM, UNFV) y egresados de las mismas. AC está conformada por jóvenes que compartimos la necesidad de orga


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